SIMONE DE BEAUVOIR. PIONERA.

Ricardo Pedro Ron Latas. Profesor Titular de Derecho del Trabajo (Universidade da Coruña). Magistrado suplente de la Sala de lo Social del TSJ de Galicia

Hablar de Simone de Beauvoir es hablar de su obra iniciática, El segundo sexo. Se trata, sin duda, de una obra fundacional, pero también de una profunda reflexión del papel de la mujer en la sociedad occidental tanto pretérita como actual. Para la doctrina científica, fue el espaldarazo definitivo para encarar la comprensión de la subjetividad femenina como un proceso sobredeterminado por los valores culturales imperantes, pero lo que es más importante aún, constituyó un verdadero alegato contra la invisibilidad de las mujeres, anticipando lo que hoy en día denominamos como género. Pero Simone de Beauvoir es mucho más (que ya es bastante) que todo eso. Nació como Simone Lucie Ernestine Marie Bertrand de Beauvoir en París (Francia) el 9 de enero de 1908, y falleció en esa misma ciudad el 14 de abril de 1986. Su vida personal suele asociarse al filósofo (y ganador del Nobel de literatura; que rechazó, por cierto) Jean Paul Sartre, con el que mantuvo una estrecha relación (personal e intelectual) hasta el fallecimiento de este último. Obviamente, las obras de ambos se beneficiaron de ese conocimiento mutuo, bien que con ciertas oscilaciones en lo personal, tal y como se encargó de recordar la propia autora en su libro de 1981, La ceremonia del adiós, muy criticado en su país en el momento de su publicación. Pero como digo Simone de Beauvoir es eso y mucho más. Su obra literaria es ingente. En ella podemos encontrar de todo: novelas, ensayos, memorias, diarios …; incluso una obra de teatro (Las bocas inútiles). Pero no nos debe extrañar, ya que se era una trabajadora incansable, que no dejó de estar activa hasta el momento de su óbito. Aun y con todo, reducir su actividad intelectual a la palabra escrita sería (además de injusto) empobrecer su figura, que ha marcado a futuras generaciones de ensayistas y filósofos. Que Simone de Beauvoir es considerada a día de hoy una de las principales voces del feminismo no sería faltar a la verdad. Actualmente, resulta un lugar común en la literatura de género que su obra El segundo sexo abrió la puerta a la actual consideración de los dos sexos desde una perspectiva de género, más allá de la biología. “No se nace mujer; se llega a serlo” afirmaba ya la autora en el lejano año de 1949, asegurando que ser “el ser no existe y no debe confundirse con llegar a ser”. El libro, pese a ser acogido con cierto desdén y desprecio (tanto por la intelectualidad de derechas como de izquierdas), fue un éxito de ventas (la primera semana de publicación se vendieron más de veinte mil ejemplares), y sobre todo un soplo de libertad de pensamiento en una sociedad como la francesa de mediados del siglo pasado, donde la hipocresía en la intelectualidad parisina (formada mayoritariamente por hombres) era la tónica dominante, hasta el punto que el partido comunista francés se refería a la obra de Simone de Beauvoir como un despreciable producto de una burguesía decadente. Lo más curioso de todo es que Simone de Beauvoir siempre se encontró muy ligada a la poderosa intelectualidad de izquierdas francesa, que surgió con inusitada fuerza tras finalizar la Segunda Guerra Mundial. Hasta tal punto que fue una de las fundadoras en 1945 de la revista existencialista Les Temps Modernes, que se mantuvo en el mercado hasta el año 2018, y que fue dirigida por ella durante más de cuarenta años (de 1945 a 1986). Es más, su obra más emblemática (El segundo sexo) se publicó por primera vez en su revista. En fin, no puede negarse el carácter esencialmente existencialista de Simone de Beauvoir, pero tampoco puede dejarse de lado su “ser” primordialmente feminista, aunque ella no reconociera tal carácter en su persona hasta años después de la publicación de El segundo sexo. Para ella, el ser mujer no era ni más ni menos que una manera de vivir y de luchar de manera estrictamente individual, desechando los roles impuestos por una sociedad esencialmente machista y luchando contra la construcción cultural del término, hasta que las mujeres puedan decir que han reconquistado su identidad desde sus propias convicciones de feminidad

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